Lo que marcara una diferencia entre la tarjeta de crédito como un problema y la tarjeta de crédito como una útil herramienta, es el uso que se le dé. Naturalmente, éstas, son muy efectivas para ser usadas como medio de pago pero traen inconvenientes cuando se conciben como modo de financiamiento, lo que no quita que excepcionalmente puedan serlo.
Los plásticos implican algunos costos, no muy elevados, referidos al mantenimiento, transferencias, apertura e intereses, pero el impuesto más importante a evaluar a la hora de elegir una tarjeta de crédito es el CAT, Costo Anual Total, un monto que puede o no ser variable y determinará cuánto se pagara finalmente por el uso de la herramienta crediticia.
El mayor indicador de que las cosas se están saliendo de control es el sobreendeudamiento, cuando las deudas comienzan a tomar más del 30 por ciento de los ingresos debería considerarse una señal de alerta que modifique el comportamiento financiero.
Haciendo un uso responsable de las mismas, brindan muchos beneficios notables; en un principio crea un historial crediticio positivo en el Buró de Crédito, deviniendo en una buena reputación y abriendo las puertas a la adquisición de préstamos hipotecarios o prendarios importantes.
Por motivos de seguridad, un plástico es la mejor opción, ya que al no manejar efectivo no se ostenta y se evita ser víctima de un robo o lamentar grandes pérdidas de dinero. Además, utilizando tarjetas de crédito se tiene acceso a un control detallado de todos los movimientos económicos, siendo posible un mejor manejo de las finanzas.
Da acceso a la banca on line y al e-comerce, dos alternativas altamente seguras para realizar transacciones bancarias y compras seguras, evitando de este modo cualquier riesgo. Además, las tarjetas de crédito ofrecen un sinfín de beneficios, desde acumulación de puntos hasta importantes descuentos según el comercio, medio de pago y día en que se efectúa la compra.